lunes, 7 de diciembre de 2009

Conversaciones y "desconocidos"

Hay personas con las que te cruzas un día por la calle y piensas que ese desconocido entendería perfectamente lo que te ronda la cabeza, que te daría la llave maestra para solucionar todos tus líos, hasta aquellos que creías sepultados.

Pasa a veces que ese desconocido deja de serlo; y empiezas a hablar; y te abres; y terminas soltando toda la mierda que tenías acumulada, no con ánimo de que te solucione tus problemas, sino simplemente contando cosas de tu vida, haciendo que (si cabe) sea algo menos desconocido.

Y pasa a veces que esa nueva papelera te escucha, te entiende y va más allá, te obliga a hablar de todo, hasta de lo que no querías y como no querias, hasta de lo que te daba vergüenza, no con ánimo de aprovecharse de tu indefensión, sino con las ganas de hacer ver la realidad tal y como es, de empatizar contigo hasta el punto de sentir lo mismo.

Es entonces cuando la conversación que siempre acababa con melancolía, tristeza y (a veces) llanto, termina con sonrisas, con ganas de hacer mil cosas, de comerte el mundo, porque tienes a alguien (más) detrás de tí. Entonces te llega un mensaje al móvil y te das cuenta de que a esa persona ya la conocías hace mucho tiempo pero no tenía ni cara ni nombre.

Es entonces cuando todo huele bien aunque los pájaros estén mojados

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